Refugiarse en esas cosas del mundo que no
requieren demasiado esfuerzo.
Tener prisa para todo aquello que exija
una parte de ti.
Silenciar con un abrazo aquello que se te
hace tan grande que no eres capaz de guardar.
Uno de los motivos por los que me he dado
cuenta de que he recogido durante toda mi vida citas, notas o apuntes es ese.
Creo que ese escudo que te refugia y te muestra al mismo tiempo necesita en
algún momento ser descubierto por aquel que lo creo, aunque solo sea para poder
seguir con otra cosa.
Este blog que tanto miedo me da y tanta
incertidumbre me produce, y que a la vez tengo en la mente como quien guarda un
animalito en una caja, tiene también algo de eso. De esa sensación de
final/principio que sugiere un abrazo, de esa forma de “desnudarte”, en silencio, como si estuvieras solo.
Hay algo parecido también en la
fotografía, un gesto que lo cambia todo y que se crea en soledad para ser
expuesto a un público que tú ya no controlas. Mudar las diferentes capas que
ayudan a ocultar sensaciones difíciles de identificar, es uno de los
propósitos de este espacio silencioso. Mostrarse en la intimidad, para
compartir instintivamente.
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